De los 28 a los 35 años de edad: el Despertar

(De agosto de 1984 a agosto de 1991)

La consolidación del despertar

28 años (De agosto de1984 a agosto de 1985): Fue a finales del septenio anterior cuando el estado despierto cristalizo en José Antonio Ramón, de manera permanente en la vida cotidiana. Dejo escrito en sus apuntes personales a principios de 1984:

“Desde el día en que desperté a la conciencia de sí (atento de uno mismo y del entorno, simultáneamente), realicé esfuerzos enormes para que el nuevo estado de conciencia se convirtiera en algo permanente en mi vida. Al cabo de meses de esfuerzos constantes, el estado despierto, al fin, se hizo permanente. Recuerdo que esto sucedió a partir de un día, en el cual tuve la vivencia de haber despertado con una intensidad mucho mayor que en el pasado y, desde entonces, el estado alerta permanece como una constante en mi vida.

Antes de que esto sucediera, debía hacer uso de una voluntad férrea para mantenerme despierto (conciencia o recuerdo de sí) y no caer en estado de sueño psíquico (olvido de sí). No obstante, desde el día en que la vivencia tuvo una intensidad inusual, el nuevo estado de conciencia no sólo se hizo permanentemente, sino que la necesidad de realizar esfuerzos para permanecer en él, desapareció. Simplemente se ha convertido en mi nuevo estado de conciencia y me acompaña, de momento a momento, a través de todo el día.

Es curioso notar que las personas piensan y sienten sin estar conscientes de sí mismas; esto en mí ya no es una realidad. Simplemente permanezco consciente de mí mismo y, a su vez, pienso y siento.”

La conciencia de lo divino

29 años (De agosto de1985 a agosto de1986): El segundo semestre de 1985 resulto particularmente intenso en cuanto a experiencias místicas. Entre el mes de agosto y octubre de 1985 experimentó nuevamente una serie de vivencias de lo divino (Dios) que culminaron con la perfecta unión mística en noviembre del mismo año. Dejo escrito en sus apuntes personales en relación a alguna de estas vivencias:

“El pasado viernes tuve una vivencia de orden superior. Fue Chispeante, extraña. Tenía que ver con existir, con ser y estar. Tenía que ver con la grandeza y la realidad de existir; de ser más allá de toda posibilidad de dejar de ser. Dos días después, el domingo, tuve la poderosa vivencia de lo sagrado (lo divino) que duró algunos minutos. El contenido de esta vivencia hacia evidente, fuera de toda duda posible, que Dios (nuestra esencia divina) siempre ha sido, existe, siempre ahí. ¡Qué maravilla! Y todo lo que existe, siempre ha existido en El. Dios es todo. Todo sin medida, todo, todo. La impotencia para explicar  las vivencias de orden superior es enorme. Una vez leído lo escrito, se percibe la degradación que sufren las vivencias de este tipo al tratar de explicarlas con palabras.”

La conciencia de eternidad y la conciencia de unidad

Aparte de las vivencias relacionadas con la esencia divina del ser humano (Dios), otras vivencias espirituales de orden superior también quedaron reportadas en sus apuntes personales:

“Unos meses después (de las vivencias reportadas anteriormente), mientras me arreglaba en el baño de mi casa, un elevado estado de conciencia me transportó por encima del tiempo y lo transitorio. Evidenciaba la realidad inmutable del ser eterno que soy. Traducido en palabreas diría: soy eterno; completamente eterno sin la menor duda al respecto y sin la posibilidad de dejar de serlo. Soy eterno, eterno. La vivencia permaneció implacable, informando sobre la esencia del hombre como ser atemporal y eterno, y luego, desapareció gradualmente de a esfera de la conciencia.”

Y en relación a la conciencia de unidad dejo escrito:

“¿A que me refiero con las palabras conciencia de unidad? Daré un ejemplo: Estaba sentado en un jardín, desde el cual se podía observar una gran cantidad de árboles, que majestuosamente se erguían y eran movidos por el viento. Los observé detenidamente. De pronto, la atención fue tan plena que desapareció la separación entre los árboles y yo, entre el observador y lo observado. Lo anterior produce la sensación de estar unido a lo que se percibe: ellos y yo éramos uno mismo, estábamos en unidad, éramos la unidad, tanto yo, como los árboles. En este estado de percepción alerta se diluye la fragmentación y aparece la unidad.

Volteé y vi a la persona con la cual me encontraba platicando. La misma sensación continuó. El y yo éramos lo mismo; estábamos unidos. Compartíamos la unidad de la vida. Todo lo que existe está en unidad y ello era un hacho objetivo ante los ojos de aquel que miraba.

Esta unidad de la que hablo no es la sensación de sentirse unido a la totalidad del universo en un momento de exaltación mística. Más bien, es la sensación de sentirse unido a todo aquello que se percibe. Lo percibido se siente como unido a uno mismo. Se diluye la sensación de separación y aparece la de unidad.

Para que la conciencia de unidad sea, la mente debe permanecer completamente silenciosa, atenta, receptiva, quieta. Cuando la mente está en silencio, cuando el pensamiento se detiene (el cual es el causante de la fragmentación), aparece la vivencia de unidad. El yo, el ego, el cual es un producto del pensamiento, debe cesar, para que la unidad sea.”

El estado despierto se intensifica progresivamente

Y mientras las vivencias espirituales y las relacionadas con lo divino continuaban apareciendo conforme pasaba el tiempo, el estado despierto también continuaba intensificándose en su potencia y haciéndose más profundo en su contenido. Dejó escrito por aquel entonces:

“El estado de conciencia al que me he referido como conciencia de sí y el cual se hizo permanente en mi vida en el año 1984, había venido creciendo en intensidad con el correr de los meses. En ocasiones, el nuevo estado alerta es tan potente, que uno se auto percibe como un ser consciente, aparte del cuerpo físico. Escribí en noviembre de 1985:

Hace días, el estado despierto fue tan intenso, que tuve la clara comprensión de ser una entidad consciente, la cual habitaba transitoriamente en un cuerpo animal. El cuero físico, a la luz del estado alerta, se percibe como un cuerpo animal cuya conciencia biológica es instintiva y tan poderosa, que en ocasiones toma el mando de las acciones. Esta conciencia primitiva, está formada por un poderoso instinto de supervivencia y autoprotección de medio. Uno se daba cuenta de que el ser consciente y el cuerpo que habitaba eran, en realidad, dos entidades diferentes.

E temor a la muerte atañe solamente al cuerpo animal el cual se resiste poderosamente a ello; pero a la luz del estado despierto, el cuerpo físico es una entidad diferente del que lo habita y, por lo tanto, es visto como un traje que en un momento dado puede ser desechado, sin que ello perjudique al que lo usa.”

Y en enero de 1986, dejo escrito:

“Hace algunos días, mientras me disponía a bañarme para salir de mi casa y debido al estado alerta y vigilante, tuve la sensación de que debía lavar el cuerpo físico rápidamente para poder salir de la casa. Era la sensación de tener que lavar el cuerpo, como si fuera algo totalmente separado y diferente del que lo habita. La sensación era parecida a la de tener que lavar el coche sucio para poder salir en él. Dicho en palabras, sería mas o menos la siguiente: Caray, debo lavar este cuerpo rápidamente, para poder salir a la calle y hacer lo que tengo que hacer.”

La perfecta unión mística

Las experiencia espirituales y relacionadas con lo divino que se habían venido presentando, un tras otra, desde el mes de agosto, finalmente culminaron en la perfecta unión mística, el 11 de noviembre de 1985. José Antonio Ramón dejo escrito en sus apuntes personales:

“En las vivencia anteriores, experimentadas principalmente en el segundo semestre de 1980 y en el segundo semestre de 1985, mientras hacía contacto con la Fuente más allá destiempo y el espacio, con la certeza de la existencia de Dios (lo divino) más allá de la mutación y el cambio, permanecía de alguna manera yo como algo (como un testigo) que se deba cuenta de ello. En la vivencia que a continuación narraré, simplemente me convertí en El. El universo entero desapareció y sólo permaneció el infinito y eterno Absoluto. No había ningún residuo de individualidad que se diera cuenta de ello; simplemente desapareció el individuo junto con el universo fenoménico y sólo permaneció El. Escribí, a los pocos días de haber pasado por este estado de contemplación extática, lo siguiente:

Me encontraba sentado. Inesperadamente recibí la orden de levantar los ojos en dirección a la coronilla. Lo hice y fue entonces cuando mi conciencia se fusionó con lo divino. Sacudí instintivamente la cabeza con fuerza para volver a mi estado usual y, entonces, nuevamente recibí la orden de volver a levantar los ojos hacia arriba. La fusión con lo divino no se dejó esperar. Escribí en mis apuntes el mes de noviembre de 1985:

Hace algunos días tuve la vivencia de ser Ello (Dios, Brahman). Humildemente puedo decir que he tenido la vivencia de Ello. Ello ha estado siempre ahí; cuando digo siempre, no me refiero a todo el tiempo, sino más bien a la carencia total de tiempo. Ello no puede explicarse con palabras. Ello es eterno, nunca ha nacido ni está sujeto a corrupción. Es totalmente imperecedero, existente, existe por sí mismo. Ello está ahí, inmutable.

La vivencia de éxtasis fue tan contundente, que en dos ocasiones llevé las manos instintivamente hacia la cara. Ello era completamente asombroso por su inmensidad.

Siempre ahí: existente, eterno, inconmensurable, infinito. Todo lo que existe esta soportado en El; nada existe que no sea El. Simplemente, Ello es.

Desde hace algunos años he venido teniendo vivencias extáticas de orden superior. He tenido conciencia de eternidad, de que somos eternos, de que todo lo que existe es eterno, de que en verdad somos y estamos eternamente.

He tenido repetidas veces vivencias de este tipo y de algunas similares, siempre relacionadas con la vastedad del Universo, de Ello. Pero en esta última ocasión, la vivencia fue completamente impresionante, total, y sin embargo, enriquecedora, integral, adorable.

Nada puede escapar a Ello ya que todo lo que existe es Ello. Dios nos bendiga a todos.”

Y un mes después de la vivencia de ser el Absoluto, la gracia fue nuevamente derramada en su conciencia. Dejo escrito:

“Hace unos días tuve una vivencia de contemplación extática. Me siento impotente al tratar de escribirla. Tenía que ver con Dios, lo cual es Todo. Tenía que ver con el amor de Dios, el cual tiene como resultado la creación del Universo. Dios es el Todo y nosotros somos el Todo junto con El; cada uno de nosotros puede vivenciar al Todo y vivenciar el amor de El. Todo existe. No hay nada que no exista: Ello es el Todo y nosotros estamos y somos uno con El. Siempre hemos estado y no podemos salir de El. El es Todo lo que existe.”

Y como parte del proceso que atravesaba, también dejo escrito en aquel entonces:

“De algunos meses a la fecha, mi mente, inexplicablemente, ha quedado centrada en el presente. Hace años, recordar el pasado y pensar en el futuro ocupaba una parte importante de mi vida diaria. Hoy en día, esto ya no es así. Mi conciencia a quedado poderosamente focalizada en el ahora, en el momento presente. Recordar cosas que carecen de importancia se me dificulta muchísimo, por ejemplo, cuando quiero recordar qué comí o cómo me vestí el día anterior. Esto, ante los ojos de los demás podría parecer franca decadencia; para mí, es una verdadera liberación de la carga del pasado, tanto de sus sufrimientos como de sus alegrías. Permanecer con la mente centrada en el presente es liberación en sí.”

El estado despierto se intensifica aún más

30 años (De agosto de1986 a agosto de1987): Los años 1986, 1987 y el primer semestre de 1988 los dedicó a escribir El Hombre Despierto, el cual describe los niveles de conciencia que había vivido en el pasado, así como la distinción entre el estado del hombre dormido y el estado del hombre despierto. El libro que se publicó con el mismo título dentro de la Colección Completa, es una publicación parcial de este original y que fue publicado originalmente en 1988. Antes de escribir este libro ya había escrito uno anterior, el primero de todos los que se han publicado, el cual llevo por título La estructura mental y el observador, el cual distinguía con claridad el estado dormido o de sueño psíquico (la estructura mental) del estado despierto (el observador).

Otras vivencias relacionadas con la progresiva intensificación del estado despierto en su vida, quedaron reportadas de la siguiente manera:

“El 15 de enero de 1987 tuve la siguiente experiencia al despertar por la mañana:

Hoy en la mañana, al despertar, todo parecía haberse transmutado en oro y piedras preciosas de la más exquisita belleza. Era como su hubiese bajado de alguna elevada región del ser, para percibir en el mundo físico la más extraordinaria belleza unida a la vida y a la existencia. Todo lo que percibía era extraordinario y estaba unido a la poderosa sensación de ser y estar, de existir. ¡Oh, que impotencia para describir la vivencia! ¡Que impotencia ta enorme! Mejor sería guardar silencio.

La vivencia fue tal cuando desperté por la mañana, que bien valdría haber vivido una vida llena de sinsabores con tal de tenerla; sin embargo, mi vida no está llena de sinsabores sino de satisfacción permanente.

El otro día, un amigo comentó al escucharme hablar sobre la conciencia de unidad que no podía existir nada por encima de ésta; sin embargo, existen niveles entremezclados y superiores a la conciencia de unidad. Lo que en realidad sucede es que uno siempre falla al tratar de describirlos.”

31 años (De agosto de 1987 a agosto de 1988): Y también dejo escrito: “En los años 1988 y 1989 construí la casa en la cual vivo ahora con mi esposa Ruth y con mis hijos Andrés y Diego. Una nueva vivencia apareció entonces. Dedicaba mucho tiempo a la supervisión de la obra y, por ello, recorría diariamente el camino, en coche, desde la casa que rentaba hasta la que estaba construyendo. Recuerdo que en muchas ocasiones, mientras venía en el coche, me sorprendía una sensación de orgasmo en todo el cuerpo, como si una energía muy fina se pusiera en actividad dentro de él. Esta sensación se relacionaba directamente con la percepción, principalmente la percepción con los ojos. Es decir, que al mirar el cielo, las plantas u otra cosa, sentía en mi interior un intenso gozo, parecido al orgasmo sexual, poro por periodos prolongados de tiempo, aunque con una intensidad menor.”

Síndrome de kundalini y otras manifestaciones de la energía

32 años (De agosto de 1988 a agosto de 1989): Y mientras todo esto pasaba también aparecían ocasionalmente periodos de malestar corporal y mental derivados de las intensas prácticas de yoga energético, principalmente derivados de la práctica del tantra. Por aquel entonces dejo escrito al respecto:

“Prácticamente todos los estudiantes de yoga, si se mantienen el tiempo suficiente al lado de un maestro competente, aprenden la forma para conducir la energía sexual desde la base del tronco hasta la cabeza. Esta técnica de transmutación sexual es considerada la herramienta más poderosa para activar la evolución de la conciencia. El discípulo es instruido para conducir la energía sexual “fría” o “caliente”, individualmente o en pareja.

Se considera que la energía sexual trasmutada hacia arriba del cuerpo activa lentamente el sistema nervioso, exponiendo al estudiante a niveles superiores de conciencia inalcanzables por otros medios. No obstante, el discípulo debe ser precavido y no exagerar en la práctica de la transmutación de esta poderosa energía. Cuando demasiada energía ha sido conducida desde los órganos sexuales hacia la cabeza, produce el “síndrome de kundalini”. Este síndrome se reconoce por una sensación desagradable en la cabeza, debido a  la sobrecarga de energía acumulada.”

33 años (De agosto de 1989 a agosto de 1990): Y también escribió: “En enero de 1990 el exceso de ejercicios de transmutación sexual empezó a producir el malestar al que me he referido. Escribí al respecto: Mientras comía por la mañana, sentí una sensación muy desagradable en la cabeza y, mientras me bañaba, la volví a sentir. Podría describirse como una presión desagradable e irritante en la cabeza y las sienes. Hace días escribí: Ocasionalmente siento una desagradable e intensa presión en los dientes, los ojos y la cabeza acompañada de un estado depresivo y continuo deseo de vómito.”

Y en otra ocasión, con fecha de junio de 1990, dejó escrito al respecto:

“He estado practicando un ejercicio de transmutación sexual acostado boca abajo, en forma excesiva. El resultado no se dejó esperar. A los pocos días de haber empezado a practicarlo, un calor opaco empezó a subir desde el cóccix por mi espina dorsal, hasta el cerebelo y de ahí a toda la corteza cerebral, produciendo una desagradable sensación irritante en todo el cerebro, acompañada de un intenso dolor de cabeza y deseo de vómito. El calor subía desde el cerebelo por la corteza cerebral hasta la frente y luego retrocedía como las olas del mar, para luego volver a subir una vez más. Emociones de temor y angustia acompañaban a la sensación. A los tres días de suspender el ejercicio de transmutación sexual, desaparecieron completamente los síntomas. Esta desagradable sensación, llamada síndrome de kundalini, aparece como resultado de haber transportado un exceso de energía sexual, desde la base del tronco hasta la cabeza.”

Aunado a los reiterados síndromes de kundalini que experimentaba por aquel entonces, la energía continuaba incesantemente moviendo su cuerpo durante sus meditaciones. Tiempo atrás, el 26 de enero de 1990 escribió sobre las manifestaciones de la energía durante la meditación, lo siguiente:

“Hoy, mientras meditaba por la mañana, la energía tomó control del cuerpo como nunca antes. Siempre en meditación la energía toma control del cuerpo y lo mueve, principalmente, la columna vertebral, el cuello y la cabeza; pero en esta ocasión la energía tomó control de todo el cuerpo y de forma muy definida: primero, froto intensamente las manos, una contra la otra. Después, la mano izquierda masajeó con gran detalle la mano derecha incluyendo los dedos, que posteriormente flexionó. Momentos después la mano derecha hizo lo mismo con la izquierda. Acto seguido la energía tomó control de la muñeca derecha y provocó contracciones en esta articulación; después hizo lo mismo con la muñeca izquierda. Posteriormente la energía empezó a mover y afectar el codo derecho, moviendo el antebrazo en todas direcciones; en seguida hizo lo mismo con el codo izquierdo. Luego movió el brazo derecho para afectar el hombro. De inmediato hizo lo mismo con el otro hombro.

Luego, como de costumbre, la energía dedico tiempo para tronar y contorsionar la columna vertebral; de ahí siguió al cuello y posteriormente a la cabeza, moviéndola en todas direcciones. Al cabo de un rato la energía tomó control de la boca, la abría ampliamente y la cerraba rápidamente, repetidas veces, tanto que los dientes se golpeaban una y otra vez produciendo mucho ruido. Al cabo de un rato la energía se traslado a la mejilla derecha, moviéndola intensamente en todas direcciones; luego hizo lo mismo con la otra mejilla. Acto seguido la energía tomó control de todos los músculos de la cara, incluyendo la nariz y los movió en todas direcciones. Una vez sucedido todo lo anterior, la energía dejó de mover el cuerpo y lo dejo con una sensación de intensa relajación y descanso, en todas las partes que había afectado.

La energía que produce este movimiento del cuerpo parece conocer con exactitud lo que hace. Días atrás, también en meditación, la energía tomó control del cuerpo y ejercito músculos diversos, tensándolos y relajándolos, incluyendo piernas y tobillos, espalda y abdomen, brazos, etc., en una especie de gimnasia a base de contracciones musculares y relajación. Todo esto es muy extraño, pero es real y extraordinario.”

Y en otra ocasión dejo escrito sobre el mismo tema:

“La energía que mueve al cuerpo durante la meditación ha cambiado en comparación con los primeros años en que se manifestó: antes, la energía sólo afectaba y movía la columna vertebral, el cuello y la cabeza. Ahora, la energía afecta todo el cuerpo por igual. Los movimientos son, principalmente, de estiramiento, tensión y relajación, parecidos a una gimnasia que pretende afectar todas las partes del cuerpo. Otro cambio importante es que en el pasado la energía movía el cuerpo mientras permanecía sentado en posición de meditación, pero ahora, la energía también cambia al cuerpo de posición, lo para o hinca y ejecuta ejercicios diversos tal y como lo he explicado anteriormente. Otra manifestación de la energía, en realidad sorprendente, se lleva a cabo cuando toma control de cuerpo y ejecuta una danza suave tipo tai-chi.”

Todo esta pleno del Señor

34 años (De agosto de 1990 a agosto de 1991): Y otra vivencia relacionada con lo divino y sucedida alrededor del mes de febrero de 1991, quedo reportada en sus apuntes personales de la siguiente manera:

“Me dirigía en coche al centro de la ciudad con el interés de comprar un libro. Mientras manejaba tuve una vivencia muy clara y definida que se relacionaba con nuestra verdadera esencia espiritual. En palabras diría: todos los hombres estamos unidos a Dios. Todo lo que existe es Dios. No hay nada que temer. Nada puede sucederle a un hombre que pueda alterar su verdadera esencia espiritual.

Esta poderosa vivencia apareció mientras miraba con tranquilidad a la gente que caminaba, de un lado hacia otro, ocupada en sus propios asuntos. Era evidente que la totalidad de Dios se encontraba en cada uno de ellos. El hombre no es una parte de Dios, sino la totalidad de Dios. Era asombroso descubrir que Dios se ha dado total y absolutamente a cada uno de nosotros y al resto de la existencia, también. En verdad, cada punto del universo creado está pleno del Señor.

Tal y como ya se ha explicado anteriormente, en las vivencias experimentadas, principalmente, en el segundo semestre de 1980 y en el segundo semestre de 1985, mientras hacia contacto con la Fuente más allá del tiempo y el espacio, con la certeza de la existencia de Dios más allá de la mutación y el cambio, permanecía de alguna manera yo como algo que se daba cuanta de ello. Posteriormente, en la vivencia de contemplación extática de noviembre de 1985 la vivencia fue tal que, simplemente, me convertí en El. El universo entero desapareció y sólo permaneció el infinito y eterno Absoluto. Se podría decir que salí del universo manifiesto, pero al entrar a la Trascendencia el individuo se extinguió completamente; simplemente desapareció el individuo junto con todo el universo fenoménico y sólo permaneció el Absoluto. Sin embargo, en esta última ocasión, era como si el Absoluto hubiese entrado en el universo manifiesto. La identidad (calidad de idéntico) de la Trascendencia y el universo manifiesto se mostraba evidente y cabal. Se advertía que el Absoluto y el universo fenoménico son en esencia uno. Esto sólo fue posible debido a que la vivencia apareció mientras permanecía tranquilamente con los párpados abiertos observando el mundo a mi alrededor.”

Al mes de la vivencia anterior, José Antonio Ramón formó un grupo de estudiantes y empezó a enseñar, tal y como se comenta en el siguiente septenio de su vida.

La visita de la Luz

Otra de las experiencias energéticas que dejó reportada por aquel entonces, es la siguiente:

“Una mañana del mes de junio de 1991, me encontraba meditando. Permanecía en un estado de profundo silencio interior cuando empecé a percibir, con el ojo de la mente, una luz que desde lejos se acercaba. Conforme más se acercaba, la percibía con mayor nitidez, hasta que llegó y se posó arriba y afuera de mi cabeza. Minutos después, un poderoso torrente de luz salió de este centro de energía luminosa y penetró en mi cuerpo, sacudiéndolo y contorsionándolo con fuerza, como si fuera un muñeco de trapo. Al cabo de algún tiempo que no puedo precisar, el centro de luz arriba de mi cabeza dejo de emitir la luz que me sacudía, para, minutos después, desaparecer. Supe, de alguna manera, que había sido bautizado con fuego. Me sentí profundamente conmovido y di gracias.

Al salir de la meditación estaba muy exaltado y conmovido. Caminaba de un lado para otro mientras reflexionaba sobre la experiencia recién vivida. Uno sólo puede aceptar este tipo de vivencias tal y como aparecen, sin tratar de llegar a conclusión alguna.”

Fuente de este apartado: Con los pies en el sendero del yoga y el misticismo, por José Antonio Ramón, de la Colección Completa.

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